Entrevista realizada por Javier Mattio para La Voz del Interior, en el marco de la muestra Estudios sobre el Paisaje en la Galería de Arte Artis. Córdoba, Argentina
1) ¿Cómo llegaste a este proceso desde el proceso anterior, más explícitamente collage? Noto que la técnica se fue agudizando a la vez que se fue haciendo más sutil, más “invisible”, y que dejaste las texturas decorativas de lado. ¿Ves este proceso como una continuación, como una nueva síntesis, como algo radicalmente distinto a lo anterior?
La imagen me va llevando, me va contando cosas. Creo que en esta serie me metí más adentro de ella… me volví más rigurosa. Me empezaron a interesar otro tipo de vínculos entre las imágenes. Sigo ejerciendo un trabajo decorativo y atractivo, de eso no cabe duda, pero esta vez creo que esa belleza que en series anteriores era forzada y manipulada, ahora emerge naturalmente… sutilmente y por eso la imagen luce ligera y más auténtica.
2) Por un lado, “estudio” remite a los estudios de la naturaleza de los primeros paisajistas, pero en tu obra el término adquiere otro significado, tal vez un estudio del género paisaje, o del collage, o en términos más generales de la imagen artística. ¿En qué medida estos trabajos son “estudios”, como lo indican sus títulos? ¿Hay un propósito analítico detrás de las obras? ¿Qué es lo que indagaste a través de ellos?
La palabra estudio por un lado me pareció indicada para hablar de proceso, de bocetos, de intentos. De posibilidades. Las obras no se terminan “en ellas mismas” continúan en las otras… no se si se entiende, hay algo de repetición, de usar una misma imagen y combinarla, intentar otros espacios, otras sensaciones. Creo que tiene que ver con la naturaleza de la técnica del collage en una plataforma digital, cortar, pegar, repetir y guardar los cambios en diferentes archivos.
Por otro lado estudiar el género paisaje, investigar su historia y su acepción y usos contemporáneos. Esta etapa de lectura e indagación teórica la he disfrutado mucho y ha sido clave para el desarrollo de las imágenes que conforman esta serie. He conocido el poder de la mirada y el arte a lo largo de los siglos. Y estoy convencida como dice Oscar Wilde, que es la realidad la que imita al arte.
3) Mi sensación es que las obras son una suerte de Historia del arte comprimida. Ahí está la mímesis, después el paisaje como motivo de reproducción serial y cultural, después el gesto (pos) moderno de intervenir o apropiarse o subvertir el original, y finalmente hay una vuelta a lo poético, a la idea de “obra” o de aura. ¿Coincidís en esa apreciación? ¿Creés que en tus obras hay un rasgo analítico y otro poético? ¿Se contamina tu obra, finalmente, de algo del (pre) romanticismo de los pintores citados?
Hay cosas que la imagen me fue diciendo luego de creada. El tiempo de la imagen o si se quiere, la historia que refleja es algo que puedo notar ahora al verlas en conjunto. Verónica Molas lo deja claro en el texto que escribió refiriéndose a la serie cuando menciona esto de que las imágenes emanan algo conocido, como una idea de paisaje que tenemos cual inconsciente colectivo. El ojo está viendo lo que ya sabe… porque la imagen de paisaje nos la enseñaron justamente Claudio de Lorena, Gainsborough, Constable.
Yo creo que en las obras existe una coexistencia armoniosa entre ambas imágenes –las pinturas y las fotografías-, ninguna quiere invadir la otra para suprimirla o destacarse sino que se potencian para crear una tercera cosa…no sé, quizás hacer hincapié en que cuando miramos un paisaje eso que observamos es nuestro solo, es nuestra propia invención.
De todas maneras, lo que decía antes de este paisaje arquetípico es una idea fuerte, por eso la obra en algunos momentos parece ser la reproducción/apropiación de un paisaje sin más. El “uso” de lo contemporáneo si uno no se detiene a observar la imagen, puede ser en algunas obras bastante sutil. Por eso parecen “joyitas” decimonónicas.
Pero todo esto me gusta, creo que abre puertas para múltiples planteos, líneas y posibilidades de creación. Por ejemplo esto de pensar el paisaje desde lo turístico, desde la “toma” universal u obligada.
4) En relación con la última pregunta, pienso que tu obra puede ser malentendida como kitsch, aunque no tiene nada de kitsch. De todas maneras, va la pregunta: ¿Hay algo de ironía en tu obra? Por ejemplo, en los paisajes intervenidos de Manaos o Tulúm, que pueden ser interpretados como un extrañamiento de lo “turístico” o lo “paradisíaco”.
Pensé trabajar con paisajes latinoamericanos para contraponerlos o hacerlos dialogar con las representaciones europeas. No las pensé desde ese lugar de la ironía pero ahora que lo mencionas puede ser. Los paisajes del Caribe o la selva Amazónica, son “estereotipos” de paisajes bellos. Quizás pensé que trabajando con ellos no habría chance de armar una imagen antiestética! Jejej
En realidad hay una intención que viene del lado de la experiencia personal con respecto a ese espacio recorrido y vivido (el de mis viajes en estos últimos años) y a eso ajeno y lejano (e imposible) que son las pinturas del 1800. Pero también hay otro juego más que es el de la propiedad, porque no sólo las imágenes de las pinturas las extraigo de internet o de libros que tengo de artistas y colecciones, sino que inclusive hay fotografías que no son mías sino que se las he pedido a mis padres y hermanas que me las compartan de sus álbumes de fotos para poder trabajar con ellas.
En una oportunidad le solicite a mi madre que fotografíe el río de Villa María en otoño ya que yo no podía viajar y necesitaba tener una imagen con la iluminación y “temperatura” de esa época del año. Podríamos conversar sobre este tema y lo nuevos caminos que se abren al trabajar con plataformas digitales, hasta el infinito ¿no lo crees?
5) ¿Cómo hacías para hacer coincidir cada paisaje con su foto, por ejemplo en el caso de Villa María, uno de los más complejos en ese sentido? ¿Hay en tu obra una dedicación de orfebre, o el proceso es más bien veloz e intuitivo? Y ¿qué supone incluir un paisaje tan cercano, en el que se cuela lo “local”? ¿Es indiferente lo geográfico en las obras?
Hay un poco de todo. Al conocer las herramientas con las que trabajo, muchas cosas se van armando intuitivamente, porque sé sobre tamaños, perspectivas, filtros, máscaras, resoluciones. También hay mucha dedicación en el momento de combinar las partes. Creo que es aquí donde reside el 90% de belleza en la obra… en el engaño, en la extrañeza. En muchos casos el trabajo de “combinar” no es tan complejo. Y aquí te cuento un dato que me resulta muy curioso: al ver tantas pinturas de paisajes te puedo decir que la forma de “disponer” los elementos en el lienzo a la hora de pintar un paisaje es la misma como nos paramos hoy frente a él para fotografiarlo. ¿No es fantástico eso? Entonces hablamos de una especie de grilla. Si superponemos una pintura y una fotografía vamos a encontrar muchos puntos que coinciden: el horizonte, la arboleda, la llanura, las montañas, las praderas y el ojo de agua, o el curso de un río… un puente, un dejo de civilización…
Porque seguramente ha sido tan contundente la imagen que armaron los artistas sobre el paisaje, que la vemos repetida en el territorio que nos rodea. Puede ser que piense que finalmente los paisajes se comparten entre sí, en el espacio pero también en el tiempo.
6) Da la impresión de que llegaste a un punto límite con estas obras, aunque se atisba algo del orden del artificio total en esos árboles pixelados del paisaje de Villa María. ¿Hacia dónde irá tu obra después de acá? ¿Adónde te llevan esta serie de “estudios”?
Estimo que al definir la serie como estudios estoy dejando abierto el camino a seguir experimentando y dejar, como vos decís, que estas obras me lleven… Primero que nada quiero prestar atención a lo que esta exposición tenga para decirme. Creo que es muy importante poder enfrentarme a mi propia obra pero también a mi obra en los ojos de los demás. Veremos como sigue mi producción… seguramente me sorprenderá como siempre lo hace!